Ancares leoneses
Reserva de la Biosfera de los Ancares Leoneses.-
Los Ancares leoneses están declarados Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 2006. Se encuentran situados en el extremo noroccidental de la provincia de León, haciendo frontera con las provincias de Lugo, Asturias y la Comarca del Bierzo.
Ocupan una superficie de 38.300 hectáreas, y abarcan parte del territorio de los municipios leoneses de Candín, Balboa, Vega de Espinareda, Peranzanes y Villafranca del Bierzo.
Desde la prehistoria, Los Ancares han estado habitados, así lo demuestran los restos de “castros” celtas en Peranzanes y Chano.
Territorio muy montañoso las mayores alturas son el pico Miravalles -1.969 metros- y el pico Cuiña -1.977 metros-. La máxima cota de la Cordillera Cantábrica es Peñarrubia -1.821 metros-.
Todo el territorio está dividido por profundos valles entre los cuales corre el agua de los ríos Porcariza, Burbia, Cúa y Ancares. Todos son afluentes del río Sil. En las riberas de los ríos crecen chopos, alisos, sauces, abedules y saúcos. En las frías y limpias aguas habita la trucha común y alguna nutria.
El clima es centroeuropeo, con inviernos muy fríos, con mucha nieve, con una temperatura media anual de 8º C.
Los suelos están compuestos por rocas, pizarras, granitos y areniscas. El grado de acidez de estos suelos imprime carácter a la flora, en la que predominan los brezales, castaños y “carballeiras”.
El visitante puede encontrar en los montes unas curiosas construcciones que sirven para guardar las colmenas que se llaman “cortinos”. La miel es un recurso económico tradicional de la zona. Estos “cortinos” servían para proteger las colmenas del oso pardo, que como se sabe es muy aficionado a comer miel.
La flora y la faunia de los Ancares.-
Los matorrales de brezos, tojo, piornos, escobonales, retama y helechos junto con las praderas -ocupan más del 50% del territorio- dan monotonía al paisaje pero a nada que nos fijemos vemos que hay muchos bosques con castaños centenarios, robles también centenarios, rebollos, acebos, serbales, avellanos, nogales, arándanos, arces, majuelos, encinas en la parte baja, y abedules en la parte alta.
El fuego a lo largo de los años ha sido muy dañino para la vegetación y ha modificado el entorno dejándolo deforestado durante años. Se ha intentado reparar el daño repoblando parte del terreno quemado.
La fauna de la Sierra de los Ancares está representada por el corzo, jabalíes, conejos, zorros, la nutria, la marta, la garduña, el lobo, ardillas, tejones, gatos monteses, jinetas y el oso pardo.
Respecto de las aves destacan la perdiz de cabeza roja, rapaces como el águila culebrera –Circaetus gallicus-, cernícalos, buitres, gavilanes, lechuzas y el azor –Accipiter gentiles-. Pero el ave más emblemática de Los Ancares es el urogallo –Tetras urogallus-.
Especie muy protegida ya que está o ha estado a punto de desaparecer. Se alimentan de los frutos de los acebos. En los bosques también podemos ver y oír a gran cantidad de pajarillos como gorriones, mirlos, currucas, escribanos, carboneros, pinzones, zorzales, etc.
Las pallozas de los Ancares leoneses.-
La difícil orografía del terreno propició su aislamiento durante siglos, lo que ha permitido la pervivencia de formas de vida muy tradicionales y aspectos culturales propios de esta zona.
En los pueblos de Los Ancares leoneses la arquitectura popular está muy presente en todos ellos. Las “pallozas“, viviendas de origen incierto -unos dicen que son celtas y otros que el origen es medieval- eran los habitáculos donde animales y personas compartían techo o teito. Un techo o “teito“, construido por expertos “teitadores” en el arte de trenzar la paja de centeno. Hoy en día aún podemos ver “pallozas” en las poblaciones de Campo del Agua, Balouta y Aira da Pedra. También es típica la construcción de hórreos -estamos cerca de Galicia y Asturias-, donde se almacenaban alimentos, cereales y los productos de la matanza.
Estos valles han sufrido mucho la inmigración, casi se quedan despoblados, muchos han vuelto y han construido o restaurado antiguas casas. En el presente la actividad económica sigue siendo la agricultura y la ganadería, aunque está alcanzando mucha importancia el turismo rural.
Las poblaciones de los Ancares leoneses.-
Tanto los que se quedaron a vivir en los Ancares leoneses como los que se fueron y vuelven por vacaciones o jubilados han conservado las tradiciones y costumbres de la zona. Destacamos la visita cada 15 de agosto a la localidad de Peranzanes para ver danzar a los Danzantes de Peranzanes, una tradición con más de 500 años de antigüedad.
En Trascastro aún se conserva una especie de jerga llamada “burón“, muy relacionada con el comercio que desarrollan los naturales de este valle. Como hay mucho castaño es costumbre hacer magostos con las castañas. Las gentes han recuperado la tradición de comer castañas asadas –magostos– acompañado con un vino berciano. Hay que decir que la Castaña del Bierzo tiene Marca de Calidad.
La población de Candín -muy pronto recuperará su antiguo nombre Valle de Ancares- es el centro de Los Ancares; conserva restos de explotaciones auríferas de la época romana, en Pereda una casa con techo o “teito” de paja acoge un Museo Etnográfico.
En toda la Sierra de los Ancares se respira tranquilidad e invita a largas caminatas de senderismo y a practicar deportes al aire libre como ciclismo, rutas a caballo, la caza y la pesca. Es habitual que la vuelta ciclista a España haga una etapa por esta Reserva de la Biosfera. Al ser tan montañosa el esfuerzo que tienen que hacer los ciclistas es muy grande.
En el pueblo de Villasumil, municipio de Candín o Valle de Ancares, junto a su iglesia se encuentra el castaño más viejo de España: el Castaño El Cantín. Su edad es de cerca de 2.000 años. Se necesitan 22 personas para abrazar su tronco. Digno de ver.